Pero el pelaje me abraza con el viento.
Lo he decidido de una buena vez
sin más ni más, sin pensar y ya
volverle la cara a ese pasado
que pesa muy poco, que hace poco fue.
Prestidigito uno que otro de esos
malbaratados malabares chuscos
con que brusco se alzó mi seno
por el cual peno sin desenfreno.
¿O no? ya no sé, lo que sea, va!
vámonos juntos contra los cielos!
cayendo en celo, refugiados
uno a uno, en el dolor de la pierna.
¿Qué más pena desencadena flema
ácida de bilis rota que martilla
la cuclilla fina de esporádica fragancia
sin violeta? Cándida pupila la mía, así es.
De la selva emerge bruma seca que chupa
donde duendes, donde... donde ¿dónde? pregunto
y no lo se, ni se si quiera saber, al pasar
noqueado de la vista y con temblor estomacal.
De noche entre ellas, materias tibias que susurran
aves estoicas en vuelo al vacío, refractado, convexo,
absorto ante el intelecto del búho sordo que todo quiere saber,
que todo tiene con el, que todo guarda en la piel, que nada puede tener.
Tras noches sin dormir, tras el sacrificio breve de una sentadilla
en medio de la jungla de los vicios, voy guardando el quicio hasta
el último minuto -que fue el primero- para salir después a disfrutar la playa
que trae suspiro, que trae inspiración, que hoy respiro, antes de estallar y exhalar
un después, que antes vino.
...Tras esos trastos tristes de los tigres grises a caballo me planto en la tormenta
para sentarme a la mesa con el maestro que no puede caminar.
Paso saliva y cierro los ojos y volteo
no soy yo lo que veo
es un león que mira al cielo
es blanco pelo
una galaxia dentro
oscura como el párpado del corazón donde lo guardo.
sin más ni más, sin pensar y ya
volverle la cara a ese pasado
que pesa muy poco, que hace poco fue.
Prestidigito uno que otro de esos
malbaratados malabares chuscos
con que brusco se alzó mi seno
por el cual peno sin desenfreno.
¿O no? ya no sé, lo que sea, va!
vámonos juntos contra los cielos!
cayendo en celo, refugiados
uno a uno, en el dolor de la pierna.
¿Qué más pena desencadena flema
ácida de bilis rota que martilla
la cuclilla fina de esporádica fragancia
sin violeta? Cándida pupila la mía, así es.
De la selva emerge bruma seca que chupa
donde duendes, donde... donde ¿dónde? pregunto
y no lo se, ni se si quiera saber, al pasar
noqueado de la vista y con temblor estomacal.
De noche entre ellas, materias tibias que susurran
aves estoicas en vuelo al vacío, refractado, convexo,
absorto ante el intelecto del búho sordo que todo quiere saber,
que todo tiene con el, que todo guarda en la piel, que nada puede tener.
Tras noches sin dormir, tras el sacrificio breve de una sentadilla
en medio de la jungla de los vicios, voy guardando el quicio hasta
el último minuto -que fue el primero- para salir después a disfrutar la playa
que trae suspiro, que trae inspiración, que hoy respiro, antes de estallar y exhalar
un después, que antes vino.
...Tras esos trastos tristes de los tigres grises a caballo me planto en la tormenta
para sentarme a la mesa con el maestro que no puede caminar.
Paso saliva y cierro los ojos y volteo
no soy yo lo que veo
es un león que mira al cielo
es blanco pelo
una galaxia dentro
oscura como el párpado del corazón donde lo guardo.
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