Espionaje.

El espionaje es sordo cuando todos piensan pero quieren hablar, cerrados en un cuarto que no es oscuro pero que tampoco permite demasiada luz como para decir que es el día quien los rige.

Riñen por cosas que no les pertenecen, y después de todo ¡A quién le importan situaciones que jamás llegarán!

Vemos los cristales resbalar su transparencia.

Gritos y aullidos y canciones estúpidas entre razones. Vemos, lamemos la estridencia con sonrisas complacientes, sabiendo que tenemos una mejor idea para el fracaso del otro.


Sus caras azules se esconden bien, parecen decir la verdad, pero adentro las mucosidades son rojas y negras burbujeando por que quieren más, extasiadas de un algo que les deja el gemido idiotizado de esas veces cuando no tienes el cerebro dentro del cráneo, lejana lobotomía de entregarte a un visor que detrás del catalejo transcribe en formatos que olvidan son fundamento de aquél lenguaje moderno e infantil.

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